Un artículo de Anuar Jalife en Tierra adentro:

"Llego nuevamente a Guanajuato, aunque dudo que “llegar” o “salir” sean palabras que valgan para la ciudad. A Guanajuato parece regresarse siempre, como un hijo pródigo acosado por una sed idéntica a la de la partida. Regreso, entonces, y como tantas otras veces el primer contagio con la ciudad está tamizado por una experiencia universal, la del transporte colectivo. Imagino que arriba de un tren bala, una guagua, un colectivo, un microbús o el metro se siente la misma soledad que entre estos cuerpos disociados que a una cierta hora de la tarde, cerca del ocaso, dejan sus risas y sus charlas para callar y observar anónimamente los fragmentos de la calle a través de la ventanilla. Así, imagino que es una condición de contemporaneidad o, al menos, una experiencia común a los hombres de este tiempo, el haber regresado a casa, alguna vez o siempre, con la cabeza recargada en el cristal, sintiendo las irregularidades de la topografía urbana sobre la sien... (el resto en la revista).

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