El sueño del sujeto: Le Clézio



Sarraute, Simon, Pinget, Butor, Robbe-Grillet... nunca dejaron de perseguir a través de la escritura las más claras pruebas de las variaciones psíquicas. Lo hacían queriendo liberar a la novela de los códigos y convenciones que para entonces habían desgastado a la expresión estética. Kafka, Proust, Joyce, Faulkner... hicieron en su momento cosa semejante: poner a prueba la fecundidad de los enfoques fenomenológicos o hermenéuticos del sujeto que había a la mano.
La validez de la duda sobre cualquier enfoque, cualquier certeza dada de antemano a la escritura, reposa sobre muchos de los escritores contemporáneos. A fin de cuentas, el narrador contemporáneo está marcado por una perplejidad más sorda (o sórdida) del sujeto: deja sentir su inquietud existencial. No se trata del afán de deformar una sensación, o lo sensorial, sino de una búsqueda cognitiva, por así decirlo, una búsqueda por constituir a un cierto "yo"; presuponiendo que antes de la escritura ese "yo" no es una prueba ni una constancia, sino un desconcierto.


Desde los años 80 Duras, Sarraute, Robbe-Grillet, Simon, Sollers... renuevan su interés en la incertidumbre del sujeto (El amante, Infancia, Romanesques,...), incertiduble porque la "posmodernidad" (mejor sería decir, la secularización de los saberes), enturbian de más en más la posibilidad de una conciencia absoluta del yo: singularidad y coherencia; completitud y consistencia.


Le Clézio puede alinearse en esta frecuencia: ya sea a través del intercambio lúdico y vindicativo del sujeto con el psicoanálisis, o en el diálogo introspectivo con los datos sociológicos o antropológicos (como en Le rêve mexicain), no contento con manifestar el malestar del yo, los lanza sobre la mesa para dejarlo claro. Indagación -no narración- sobre el rico sentido que subyace en objetos de poco valor, que son sin embargo testimonio de algo y que algo conservan de quien los ha manipulado. Le Clézio traza su filiación literaria, estética, filiación de sensibilidad: tal y como para Pierre Michon, Pingaud, ... la selección de un escritor o pintor, como en Le Clézio que toma a Frida Khalo, revela una fascinación por el sujeto del arte, por el conocimiento fino de la experiencia subjetiva, por la interrogación imaginaria del sujeto y de lo que representa.


Finalmente: Le Clézio, (como Quignard a quien no le hace falta ningún Premio Nobel para estar más allá que ellos) plantea (o planta) una duda sobre aquello que decimos saber y aquello que reverenciamos: novelista arqueólogo, novelísta foucaultiano: Onitsha, es sin duda, una gran novela, una novela que bien vale el nobel, aunque tal vez sólo eso.

Comentarios

Alberto Espejel Sánchez ha dicho que…
¿le clezió? ¿la nariz como a pinocho o qué?

he vuelto a los blogs, incluso te dediqué algo

un abrazo, man
Alejandro Palizada ha dicho que…
eso espelo.

thanx por las palabras. No cabe duda, tú llevas la batuta del naugrafio.
(naugrafio).

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