BOOK

Paz me escribió su ruta de viaje en busca de un libro mío, que gané en un programa de televisión.

Fui caminando hasta Tlalpan por toda Concepción Béistegui atravesando 3 colonias: la del Valle, la Narvarte, y la Niños Héroes de Chapultepec. Llegando a Tlalpan abordé el metro Villa de Cortés, tres estaciones hasta General Anaya. Vi un mapa de la zona para reafirmar que Corredores era la sospechada desde un principio. Me dirigí a ella.

Corredores no es muy larga, más bien es corta, paralela a la calle donde están los Estudios Churubusco de aburrida fachada. Estos estudios están a un lado del CCC, en pleno CNA donde están las escuelas de danza, música, artes plásticas, cine, salas para exposiciones, tiendas, y una hermosa biblioteca en la que pasé gran parte del tiempo de algún verano hace muchos años.

La numeración de Corredores comienza, aunque no lo creas, con el 1 del lado derecho y el 2 del lado izquierdo. La calle tiene casas grandes, así que se tiene que cruzar por un par de calles para apenas llegar a los 13, 15 de un lado; 14, 16 del otro. O sea que para llegar al 134 (a donde iba) habría que caminar mucho más de lo que ya había caminado hasta ese momento.

Sin embargo la calle Corredores se acabaría en un muro (y detrás de éste un canal de río). El muro se alcanzaba a ver desde la altura de los 25, 27, 24, 26, por lo que supusé que te habrían dado mal la dirección, que tal vez sería Corredores 13, o 14 (y no 134), sobre todo porque al cruce de Corredores con calle Tenis -que es el último cruce antes del final de la calle y el muro- ya no había más casas sino un parque, y en frente se alzaba un edificio de arquitectura moderna, bastante chafa. Me convencí de que la dirección te la habrían dado mal.

Pero vi el número del edificio y sí: era el ilógico número 134. Toqué el timbre 202 y nadie contestó. De pronto un muchacho bajó y me preguntó si venía a "Sopa de Pato". Le dije que no, que un libro, que Erendira Paz, que un amigo. Así que me invitó a pasar y me llevó hasta este departamento extraño que tiene una pequeña sala moderna color naranja, un par de carteles con diseño como de cómic chino, en la mesa del supuesto comedor un tazón con un típico pato de tina (¿Sopa de Pato?), además de que en la parte donde debería estar la cocina alguien estaba viendo una película (desde la sala se veía la puerta de la cocina abierta, la tele y un dvd) que por un momento pensé que era snuff, sin cámara de cine y más bien era como una especie de videoinstalación, aunque parecía tener trama. (Nunca pude ver quién era quien estaba mirando eso pero sé que había alguien ahí porque le ponía pausa, le regresaba, le adelantaba, como si estuviera analizando el video).

El muchacho que me recibió al principio fue al cuarto donde supuse estaba Eréndira Paz, regresó para pedirme tu credencial del IFE, en ese momento de otro cuarto salió una muchacha muy blanca, alta, de estética tipo q-kiraver, que me saludó amable y le dijo a éste muchacho que ya se iba, que regresaba el lunes, mientras se disponía a cargar una maleta que se veía muy pesada, estuve a punto de decirle que yo la acompañaba con su maleta a la puerta nada más que me entregaran un libro, sin embargo no lo hice porque todo el tiempo me sentí intimidado por el muchacho éste, no sé por qué, simplemente no podía decir lo que pensaba, como por ejemplo preguntarle qué era esto de Sopa de Pato, qué era ese lugar, qué tipo de actividades tenían ahí. La muchacha blanca se fue, el muchacho también se fue, y por fin salió Eréndira Paz, muchacha morena, pequeña, clásica publirrelacionista, que me dijo si podía firmarle de recibido. Mientras firmaba me preguntó si yo también “había visto el programa”, le dije que no tenía idea de qué me estaba preguntando ni de en qué lugar estaba, me sentí un poco torpe por responder eso. Agarré tu libro y me fui, no sin antes darle una revisada visual al horrible interior de éste edificio habitacional de fachada apantallabobos, bastante feo y olvidable.