La melodía que pasa
Ulises deja a un lado su guitarra y camina hasta el otro extremo de su habitación. Se acerca a una repisa donde guarda, en desorden, algunos libros, cuadernillos con partituras, y un bote con medicamentos. Regresa a la mesa de estudio, entre cables y revistas; en la computadora abre el explorador y espía en el mismo portal azul de siempre las palabras de sus pseudo amigos. No los conoce, no le importan, acaso le importa imaginar sus secretos detrás de tanta comunicación estúpida e irrelevante, detrás de tanta imagen vanidosa, una cena, una reunión, una fiesta. Pero de vez en cuando, entre cientos de mensajes banales, brilla una frase, una palabra, una idea. Y vale la pena ensuciarse, convertirse en ladrón de palabras, hacerlas suyas. En la pantalla, Ulises navega a la caza de algo, cualquier cosa, algo que haga emerger de nuevo la música y liberarse a sus ensayos. Así sucede que hay momentos vacíos en el trabajo musical, y cuando éstos llegan, Ulises no tiene otra opci